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Sally Hawkins

“Siempre que tenga un pincel, el resto no me importa.”SALLY HAWKINS – Maud “Maudie, el color de la vida” (Maudie,2016) de Aisling Walsh .Sally Hawkins, Ethan Hawke, Kari Matchett, Gabrielle Rose, Zachary BennettMe puse a ver esta sensible y sencilla película sin saber nada de ella ni de la vida de la pintora canadiense Maud Dowley Lewis (1903 -1970) y me llevé una grata sorpresa . Maudie es un ejemplo de superación ya que desde niña padeció una artritis reumatoide juvenil, un trastorno muy doloroso que inflama las articulaciones y acaba provocando graves deformidades. A pesar de ello tuvo una infancia feliz y su madre se preocupó de educarla en las artes y de enseñarla a pintar a la acuarela. A su muerte se fue a vivir primero con su único y arrogante hermano y luego con una tía suya nada amable en Digby llevando una vida sobre protegida ya que la trataban como a una tullida incapaz de valerse por sí misma.Su vida cambia cuando, a los 34 años, decide presentarse a la solicitud de Everett Lewis, un rudo vendedor de pescado de Marshalltown (Nueva Escocia, Canadá) buscando “una mujer de la limpieza con residencia incluida para un hombre de cuarenta años”.

Y es en este momento cuando comienza el relato de la película.­La actriz británica Sally Hawkins está perfecta y compone un personaje entrañable con el que es muy difícil no empatizar. Una mu­jer muy consciente de sus limita­cio­nes y que, sin embargo, decide ac­tuar como si éstas no existieran y dedicarse a la pintura de manera compulsiva . Consigue vencer así las resistencias pri­mero de los compradores de sus cuadros , después de sus vecinos y, por último, de sus familiares .Frente a ella, Ethan Hawke, también notable, ,su tos­co marido . Un hombre mucho más limitado y que vive encerrado en sí mismo.

Es entrañable cómo se relata esta historia de amor entre personajes muy desvalidos que, apoyándose en el cariño, con­siguen llegar mucho más lejos de don­de cada uno habría llegado por sí mismo.Pero, por atractivo que sea el relato entrañable y humanista , sería difícil que la película llegara a buen puerto sin contar con unos buenos actores, máxime cuando todo transcurre entre las cuatro pa­redes de una pequeña cabaña de don­de solo se sale para dar alguna vuel­ta por paisajes preciosos excelentemente filmados y montados por la directora irlandesa y conocer al escaso núcleo fa­miliar y aldeano.En definitiva, “Maudie. El color de la vida”, una agradable dra­ma costumbrista, muy bien interpretado, que nos permite conocer a un personaje de indudable fuerza. Im­prescindible quedarse hasta el fi­nal de los títulos de crédito, donde conoceremos al matrimonio Le­wis real . Unas pocas escenas que permi­ten comprobar que lo que se nos ha con­tado tiene bastante pinta de parecerse a la verdad.