“La jardinería es una creencia de que las cosas sucederán según lo planeado y que el cambio llegará a su debido tiempo”. Narvel
“El maestro jardinero” (Master Gardener, 2023) de Paul Schrader
Joel Edgerton, Sigourney Weaver, Quintessa Swindell, Esai Morales, Victoria Hill
“El maestro jardinero” supone el brillante cierre, que pone Paul Schrader a la trilogía sobre la culpa y el perdón iniciada con “El reverendo” (2017) y continuada con “El contador de cartas” (2021), tres películas unidas por un hilo invisible y protagonizadas por hombres dañados en busca de la redención, que nos han devuelto la mejor versión de un director que parecía algo perdido durante los últimos años o pasando por un bache creativo.
En esta ocasión, la historia nos presenta a Narvel Roth (Joel Edgerton) una presencia potente, escueta y contundente. Cercana al Travis de De Niro , no sólo por los tatuajes , por cierto guión de Shraeder o a Robert Mitchum, ahí es nada. Un solitario y meticuloso horticultor que trabaja en los espléndidos jardines de Gracewood que pertenecen a una rica viuda con instintos feudalistas, Norma Haverhill (Sigourney Weaver, también notable). Narvel es un hombre con un pasado oscuro que le emparenta al masoquista pastor evangélico Ernst y al militar reconvertido en jugador de póker profesional de las dos películas mencionadas de esta, para mí, notable trilogía. Tres hombres que encontrarán en el amor una segunda oportunidad para redimirse de sus pecados. En el caso de Narvel ese doloroso pasado es unos tatuajes perennes en su piel en forma de esvásticas.
Es un lugar apacible donde ha encontrado la tranquilidad, el respeto y el amor a las plantas y las flores, donde puede arrancar las malas hierbas para desprenderse de los malos recuerdos que le atormentan por las noches. Todo se complicará cuando la dueña le proponga acoger como aprendiz a su sobrina nieta, Maya Core (Quintessa Swindell), una joven mestiza que lleva un comportamiento problemático y que es adicta a las drogas.
La primera hora es soberbia y tiene una cadencia sosegada que se dedica a observar los detalles desde la distancia imitando la manera que tiene de comportarse el protagonista, un contenido y espléndido Joel Edgerton. La cámara se muestra igual de observadora a través de movimientos suaves o con una apertura en los encuadres que deja respirar a los personajes como si estuvieran en un invernadero donde la belleza quedase protegida a los posibles cambios externos de temperatura. Hay una escena nocturna en la carretera donde van apareciendo flores de un lirismo y belleza absoluta.
Durante la segunda mitad, el film sufre algunos altibajos cuando adquiere peso la sub trama romántica y la relación entre Narvel y Maya muda de piel. El maestro y su alumna se convertirán en amantes tras un proceso educativo de transmisión de conocimientos y otros cuidados más propio a lo que haría un padre con su hija , pero desde el principio sabemos que acabarán compartiendo un romance porque es el verdadero núcleo del conflicto: ella es mestiza y él un antiguo neonazi.
Recordando a qué gran título de los Coen, “Muerte entre las flores”, aquí no le quedaría nada mal el de “Vida entre las flores”. Las lecciones poéticas con la jardinería de fondo se agradecen también.