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El Caftan azul

Película delicada, sutil , exquisita y frágil; bordada y tejida con hilos y fotogramas de oro.
“El Caftan azul” (2022) de Maryam Touzani.
Lubna Azabal, Saleh Bakri, Ayoub Missioui.
Pocas veces el cine ha llegado en los últimos tiempos a un nivel de exquisitez en todos los niveles como sucede en la película de la directora, especialista en documentales, Maryam Touzani (Tánger, 1980).
A través de la confección artesanal de ese caftán azul al que alude el título, la directora nos adentra en el universo amoroso que se fragua en una pequeña sastrería de la medina de la ciudad costera de Salé, esos primeros planos cosiendo las prendas, delicadeza en la artesanía laboral, la misma delicadeza en la descripción de los sentimientos. . Al pequeño negocio, heredado de su padre, que regenta Halim (Saleh Bakri) y su enferma esposa Mina (Lubna Azabal), se incorpora el joven aprendiz Youssef (Ayoub Missioui) que enseguida capta la atención del dueño. Entre esos dos hombres surge una pasión contenida que contará con la complicidad de Mina sabedora desde hace tiempo de la orientación sexual de su esposo.
Si ellos están magníficos, ella supera todas las expectativas, fantástica. Una de esas películas que te amplia el conocimiento y los sentidos.
Tema espinoso el que trata la directora marroquí, el de la homosexualidad, máxime en un país islámico tan tradicional como es Marruecos que demuestra una cierta tolerancia al haber seleccionado el film, tras sus premios en los festivales de Cannes (premio Fipresci) y Valladolid (mejor actriz), para representar a su país en la carrera de los Oscar. El caftán azul es un film dotado de una sensibilidad extrema, sabe jugar con las miradas y mínimos gestos de sus actores para sugerir, mejor que mostrar, ese universo apasionado y prohibido que une a esos dos hombres ante la mirada comprensiva de una esposa que conoce los secretos de su marido.
Me ha encantado , fascinado y todo lo que expresa esta auténtica delicia rodada con exquisitez. La cámara pegada a los rostros, a los cuerpos de sus tres protagonistas. Obvia en gran parte el lugar donde ocurre, evita los planos generales y se centra en planos muy cercanos. Profundidad de campo mínima que permite el enfoque – desenfoque, no ya del que habla sino del que escucha y siente. Hay una escena estupenda en donde el sonido de las puertas y ventanas fuera de campo está usado de excelente forma . No es sólo una historia magnífica plena de emoción y sensibilidad sino también hay un gran uso del lenguaje cinematográfico.
Sin lugar a dudas una de las mejores películas del año. Hacía tiempo que no salía del cine tan
pleno de calidad y de emoción. Puro arte.