DEP Agustí Villaronga.
Tras su excelente debut de relámpago con ‘Tras el cristal’ (1987) o ejercicios de funambulismo como ‘El niño de la lluvia’ (1989) o su monumental trilogía de la Guerra Civil con la incontestable ‘Pa negre’ (2010) o su resurrección de la mano de ‘El mar’ (2000) o su lírica y proteica ‘El vientre del mar’ (2021);el cineasta mallorquín deja un notable legado. Eso no es más que una torpe aproximación al hacer de un cineasta siempre empeñado en caminar al borde de los precipicios y siempre entregado al dictado de una voz única y distinta, profundamente poética y salvajemente cierta. Se le definió como el cineasta de la crueldad y del lirismo y él aceptaba el título con lo ojos completamente abiertos. Y con una sonrisa de agradecimiento.
Sus referentes eran Rosselini, al que llegó a escribir una carta que le respondió el maestro italiano animándole a hacer cine. También comentaba que le influyeron : Hitchcock, Bergman y más tarde Haneke y que le seguía interesando mucho ver cine clásico.
Añado esta reflexión suya en Cinemania que demuestra también su debilidad por los más débiles :
“La rareza de este mundo es que pese al progreso y la riqueza, cada vez hay más desigualdad. Por otro lado, miras la historia y te das cuenta de que no hemos vivido momentos mejores. El hombre está enfrentado a las hambrunas, las guerras y las pandemias desde el principio de los tiempo. Es desolador ver que, pese a todo, ahí seguimos. Nosotros vivimos en un mundo muy amable y justo al lado… Nosotros pasaremos la pandemia, pero en más de la mitad del planeta, de un modo u otro, la pandemia ha estado y estará ahí siempre. Naufragamos, pero unos mucho más que otros”. Agustín Villaronga.
A los 69 años el cáncer ha acabado con uno de los cineastas más personales, atrevidos e inquietantes del cine español.
Hoy, precisamente, que se entregan los Gaudí de la Academia del Cine Catalán que el había ganado y que este año estaba nominado por su último y notable trabajo, “El vientre del mar”.