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A Walter Hill

10/1/1942 a Walter Hill.
“Son 100 mil. Superan a la policía en cinco a uno. Podrían dominar Nueva York, pero esta noche todos persiguen a” Los Guerreros de la noche”
Sugerente el slogan de la película. Que fue suprimido del póster del film por la productora.
“Warriors: Los amos de la noche” ( The Warriors, 1979 ) de Walter Hill.
Michael Beck, David Harris, James Remar, Deborah Van Vlakemburg.
En 1979 aparecía, de la mano de un joven ex guionista de éxito (“La huida” de Peckimpah o “El hombre de Mckintosh” de John Huston), este film hoy de culto y siempre algo polemico , que nos metía de lleno en el mundo de las bandas callejeras que dominaban las calles neoyorkinas. El director californiano que anteriormente había realizado la excelente ” Driver” conseguía con este film ,magníficamente retratado por Andrew Lazzlo, su mejor película. .
Basado en una novela de Sol Yuric, nos cuenta lo siguiente;
Nueve miembros de cada una de las bandas de Nueva York se reúnen en el Bronx, convocados por Cyrus, el líder de la mayor banda de la ciudad. En medio de la reunión Cyrus es asesinado por uno de los miembros de la banda de los Rogues, quien a su vez culpa a la de los Warriors de su muerte. Los Warriors inician entonces el regreso a su hogar, Coney Island, teniendo que atravesar toda la ciudad, cruzando los territorios de la demás bandas, mientras son perseguidos por estas y por la policía.
“The Warriors”mostraba una nueva Norteamérica en crisis, azotada por la pobreza y las marcadas diferencias sociales, multicultural pero socialmente desintegrada, en la que surgían nuevos ghettos y se extendían las bolsas de pobreza mientras las clases medias y altas, y por supuesto los representantes políticos, miraban convenientemente hacia otro lado. Hill consiguió hermanar con maestría esta soterrada voluntad reflexiva con su proverbial habilidad para construir relatos repletos de energía y furia, a través de una sugestiva puesta en escena que combinaba el tono documental con el puro ejercicio manierista. El público contempló el filme con una mezcla de temor y atracción que explica su posterior predicamento entre una cinefilia marcada por su carácter contracultural y su notable destreza narrativa. Apenas un año después, John Carpenter firmaría otro filme apocalíptico de culto que recogía parte de los hallazgos de la obra de Hill, “1997: Rescate en Nueva York” (1981). Ambas películas, vistas hoy, conservan prácticamente intacta toda la rabia y la honestidad con la que fueron concebidas.