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A Dirk Bogarde.

In Memoriam. A Dirk Bogarde. 28/3/1904. Films Antibélicos / Pacifistas (21) “Rey y Patria ” (King and country, 1964) de Joseph Losey. Dirk Bogarde, Tom Courtenay, Leo McKern, Barry Foster.La película transcurre en 1917 , durante la Primera Guerra Mundial y tiene como trama el juicio o proceso de un desertor (Tom Courtenay). Basada en una obra teatral de John Wilson, la triste mirada de Losey es de un pesimismo brutal, donde la condición humana está privada de trascendencia y anclada en su miseria. No hay sitio para el aliento y la esperanza, y todo deambula entre la lluvia, el barro y la sordidez que aparecen como sangre negra, humedad corrompida del alma humana. La cierta demagogia presente en ”Senderos de Gloria” de Kubrick, está aquí soterrada, al igual que los cadáveres ocultos por el agua y el lodo. Las ratas y los hombres visten el mismo uniforme, juegan al esperpento de la muerte y se alimentan de si mismos.

Ambas especies se mofan de sus congéneres, los dejan clavados en el camino sin mirar atrás.La utilización de encuadres casi expresionistas le otorgan a la obra una fuerza visual mayor, describiendo un mundo cercano a la claustrofobia, agobiante y vacío. Vivimos en los subterráneos de la guerra, en las catacumbas del hombre y en la asfixia de la razón y la mas elemental conciencia o principio. El soldado número 873426, de profesión zapatero, que toca la armónica en un mundo ausente de música, que marchó al frente para justificar su valor ante su infiel esposa, no desertó por razones suficientes pese a ser el último recluta vivo de su destacamento, vilmente se volvió y marchó en dirección contraria al combate, sin alma, sin mirada, sin ni tan siquiera pensamiento, él solo hizo caso a su armónica y quiso tocarla en el porche de su casa. Su excelente abogado (Dirk Bogarde) , supo demostrar su ausente inocencia, pero no se hace justicia a un hombre si los demás mueren en vano. Hay una cruel burla de sus “compañeros”, que en un acto de cobardía y miseria moral sin igual, teatralizan su ejecución la última noche, degenerándose a sí mismos. No hay lugar para la compasión, no hay lugar para lo divino, no hay lugar para la mentira. Tan solo hombres jugando a la guerra. Todo por el Rey , por la patria, por la sin razón y la vileza humana No seré yo quien le quite un ápice de valor a “Senderos de Gloria”(obra maestra, ya comentada y alabada en esta misma sección), pero me quedo también con la desnudez del horror que nos presenta Losey. Tal vez, tan solo él, como cineasta perseguido y descreído nos pudo mostrar la crudeza desde la crudeza, y el más limpio de los discursos.