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A Alfred Hitchcock

13/8/1899. In Memoriam a Alfred Hitchcock .
“Poner demasiadas palabras en boca de los personajes no es bueno, “todo lo que se dice se pierde para el público”. De manera que el verbo a conjugar en cine es “mostrar”.
En las películas y en las obras de teatro, el diálogo no hace sino expresar los pensamientos de los personajes, cuando sabemos perfectamente que en la vida las cosas funcionan de otra manera, y muy en particular en la vida social, las palabras pronunciadas son secundarias, convencionales, y lo esencial se desarrolla a otro nivel, en los pensamientos de los personajes, pensamientos que podemos identificar observando las miradas”. A.H.
“Extraños en un tren” (Strangers in a train, 1951) de Alfred Hitchcock.
Farley Granger, Robert Walker, Ruth Roman, Leo G. Carroll, Patricia Hitchcock.
Magistral lección de cine y del inconfundible estilo hitchcockiano, tanto en temática como en lenguaje cinematográfico. A pesar de contar con un guión bien escrito y estructurado basado en la excelente novela de Patricia Higsmith, evidentemente personal y cargado de su negro sentido del humor que roza la comedia en algunos momentos, Hitchcock decide limitarlo a su premisa argumental, la historia de un hombre de éxito al que el azar o la casualidad le convierten en un personaje impotente, atrapado y llevado al límite.
El resto poco tiene de azar, pues es un completo manual de dirección, una depurada muestra de un estilo aun no superado, capaz de afrontar con éxito obstáculos tan difíciles como contar con un actor principal tan soso como Farley Granger (todo lo contrario que un magnífico Robert Walter como Bruno). Los ángulos, los objetos, la puesta en escena se vuelven protagonistas creando una agobiante atmósfera que sin prescindir de unos personajes sólidos, lo que busca es llevar al espectador a su terreno, lográndolo plenamente.
El vestuario, el gran trabajo de fotografía, la música o los escenarios elegidos están elegidos con extremo cuidado para incidir y aumentar de forma sutil pero muy eficaz los aspectos principales del film. Y por supuesto es capaz de concentrar en momentos concretos todo su talento, en escenas memorables como la inicial, la del asesinato (gran plano de las gafas), el partido de tenis, la de la alcantarilla o la final en el carrusel. Un placer de principio a fin que mantiene pegado al espectador a la pantalla.
Escena del reflejo en las gafas. Magistral cómo tantas otras. Robert Walker (Bruno) imperterrito con mirada fija en la escena del partido de tenis. Escena del carrusel entre los dos protagonistas. Guy ( Farley Granger) y Bruno (Robert Walker)